Es la quinta vez en la semana que vamos al hospital. ¿O la sexta? Ya perdí la cuenta.
¿Lo
hacés para llamar la atención? Si es así, buscá otra manera, porque estoy harto
de salir a las apuradas en medio de la noche. Siempre lo mismo: horas de espera
para que te revisen dos minutos y después digan que no tenés nada, que es
emocional. Y escuchar a mamá rezongar todo el viaje de regreso.
Papá dice que sos una malcriada, que siempre lo fuiste. Para él es fácil opinar, total vive a mil kilómetros. No tiene que salir de la cama en medio de tus gritos, en las noches de invierno. Ni aguantarse las esperas, para escuchar siempre la misma respuesta. Continúa en el libro homónimo
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