Perros

 


Miro el sofá y me dan ganas de quedarme, hoy fue un día difícil.  Sólo pienso en cerveza helada, papas fritas, zapping. 

La seductora idea se esfuma cuando veo el bolso al lado de la puerta, esperando. Mejor me apuro, la tarde empieza a morir y anunciaron lluvia para la noche. Después va a ser peor. Me cambio de ropa. No llevo el buzo. Afuera hace algo de frío, pero cuando empiece a correr fuerte voy a entrar en calor.

Llevo los auriculares nuevos, esos inalámbricos que suenan una barbaridad, y elijo Aída. Agarro por Guiraldes derecho, donde no hay tantos perros sueltos.  En Recoleta todos paseaban sus mascotas con correa y bozal. En una de mis primeras salidas ni bien nos mudamos al campo, casi no la cuento. Un cuzco enorme me empezó a perseguir, amenazante. Después de unos meses, ya tenía armado un circuito para recorrer mis diez kilómetros diarios libre de amenazas caninas.

Continúa en el libro "Yo sé que vos sabés" de Oliverio Luna...

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